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Mi viaje a Tailandia (II). Krabi y Bangkok

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Si ya comencé a contaros mi viaje a esta tierra tan hermosa en este otro post donde os hablé de Chiang Mai y de algunas excursiones que hicimos en Krabi al sur del país, en este post os hablo de dos maravillosas visitas desde Krabi y nuestra visita a Bangkok. Un recorrido sorprendente donde no dejamos de maravillarnos con este país de ensueño.


Krabi (II)

Otra de nuestras excursiones en Krabi fue ir a pasar el día a las famosas islas Phi Phi, preciosas playas y mucho relax, allí está la famosa playa de la pelí homónima. Fuimos en ferry y pasamos un día fantástico.


Pero la excursión más fabulosa que hicimos desde Krabi fue 7 islands sunset tour, un recorrido que pensaba resultaría un poco tedioso y cansado al ser siete islas y en barca pero que se convirtió en uno de los días más felices de mi vida.


Salimos a medio día y el recorrido duraría hasta la noche. Nos bañamos en playas desiertas rodeados de peces de colores mientras los monos jugueteaban en la arena en Hong island, conocimos Chicken Island desde la barca, una isla con forma de pollo o eso dicen, cuello y cabeza sí parece que tiene. Hicimos snorkel en una cueva y después en un pequeño arrecife, vimos peces payaso, anémonas, peces de colores... una preciosidad. Vimos la puesta de sol en Tupac Island y cenamos una riquísima barbacoa en la playa mientras los gitanos del mar hacían danzas de fuego. La excursión ya había sido una verdadera maravilla pero aún quedaba lo mejor, había oscurecido y nos llevaron en barca cerca de Phra nang cave, allí pudimos hacer snorkel nocturno, que a priori puede dar un poco de miedo tan oscuro pero si habéis visto la película La Playa sabréis porqué me impactó tanto este momento. El plancton del mar es bioluminiscente, es decir, produce luz de forma natural, esto hace que al moverte en el agua entre la oscuridad se mueva la luz como si desprendieras miles de lucecitas de tu cuerpo, me cuesta mucho explicar el espectáculo tan maravilloso que vieron mis ojos, no quería volver a la barca, quería quedarme allí rodeada de luz, no dejéis de hacer snorkel nocturno porque es de lo más bonito y emocionante que he visto en toda mi vida.




Última parada: Bangkok

Dejamos Krabi después de unos maravillosos días y cogimos un avión a Bangkok. Si el clima en Tailandia es normalmente cálido, Bangkok es especialmente húmedo y con altas temperaturas, en diciembre había unos 36º de media diaria con una humedad altísima. Yo prefiero el calor al frío y la humedad me viene muy bien por motivos de salud así que, dentro de que es verdad que eran días calurosos, yo estaba encantada y por supuesto hidratada constantemente y sin perder de vista el protector solar.

Bangkok es una ciudad con mucha polución, caótica, que presenta una mezcla extraña de pobreza y riqueza, me refiero a que se pueden ver casas lujosísimas al lado de chabolas a punto de desmoronarse.  Sin embargo, aunque al principio choca tal vez porque veníamos de las playas, enseguida es una ciudad que engancha. Zonas turísticas con templos magníficos, parques enormes, tuk tuk, sastrerías, barcazas que recorren el río, centros comerciales llenos de ropa, accesorios y objetos de imitación de muy buena calidad, tiendas de primeras marcas, puestos de comida callejeros... Bangkok es una ciudad de contrastes ciertamente.

De visita obligatoria son los templos más famosos de la ciudad, una vuelta en un tuk tuk (son bastante temerarios), recorrer el río con sus ferrys, darte un buen masaje, visitar el parque Lumpigni, comer en la calle, comprar ropa a medida en sus sastrerías y por supuesto, en mi caso, comprar cosmética asiática.

Los templos que visitamos fueron Wat Pho y Wat Arun ambos muy interesantes, el primero por el gigantesco Budha yacente dorado que es su atracción principal y el segundo por su arquitectura tan sorprendente. También paseamos conociendo la arquitectura del Palacio Real.



Después de una mañana visitando templos, montar en tuk tuk y en ferry lo mejor era pasear y mezclarse con sus gentes, el parque Lumpini es lo mejor para poder relajarse y observar las costumbres de los tailandeses pero sobre todo de descubrir fauna que parecía impensable en un gran núcleo urbano. Por el parque campan a sus anchas unos enormes lagartos que en un principio me desconcertaron por el contexto en el que estaban, pero los tailandeses seguían tumbados en la hierba tan tranquilos, mientras semejante animal pasaba lentamente entre ellos. Había bastantes de estos lagartos, se bañaban en el lago, subían a los árboles y tomaban el sol en la hierba como si tal cosa, como si fueran palomas para los viandantes.


Es curioso porque en el parque suena el himno nacional cada día, creo que era a las 18:00 y todo el mundo se queda quieto, menos mal que ya había leído sobre ello porque me hubiera sorprendido mucho este estado de hibernación momentánea. Allí la gente se reúne para hacer ejercicio de forma conjunta, un gran número de personas con varios monitores con micrófonos dan una clase conjunta a los tailandeses y espontáneos que se animen. Todos juntos haciendo deporte al ritmo de la música, nunca había visto a un grupo de gente tan grande hacer ejercicio al unísono sin ser algo puntual preparado. Niños, señoras, ancianitos... todos haciendo su ejercicio de cardio diario, en Asia es bastante habitual para la gente dedicar una parte de su tiempo libre a ejercitar el cuerpo, sean de la edad que sean.



Cuidado con los taxistas, son muy liantes y te pararán mil veces en un montón de sitios donde se llevan comisión y os costará llegar a vuestro destino. Muy interesantes sus sastrerías, trajes a medida de buena calidad a precios bajísimos. Camisas, pantalones, americanas...tejidos buenísimos y con una confección impecable, al menos nosotros vinimos contentísimos con nuestras compras. Los talleres de joyas son también una buena opción para adquirir piezas artesanas a precios interesantes, hay muchos en la ciudad. Los mercados nocturnos y mercadillos son un lugar donde poder encontrar de todo y de obligado regateo.


La comida de la calle es riquísima, es difícil caminar por las aceras porque están ocupadas con cientos de puestos de comida, bebida, ropa, accesorios... zumos naturales buenísimos cada dos pasos, lógico con todo el agua que pierde el organismo con ese calor y humedad. Aprovechad para probar frutas exóticas y deliciosos zumos tropicales. Una fruta muy famosa allí por su mal olor es el durian, prohibida en taxis, aeropuertos, hoteles... por su maloliente aroma, yo no la probé porque olía realmente mal pero decían que era una delicia.



Chinatown es enorme, como un bazar gigante, mucha gente, mucho ajatreo pero con mucho encanto.
Los masajes son espectaculares y baratísimos, no solo en Bangkok, en toda Tailandia, masaje de piernas, el masaje tradicional tailandés, de cuello y cabeza... muchas modalidades que realizan manos expertas, yo me di varios y todos fueron maravillosos. No os recomiendo la manicura, igual fue por el sitio al que fui pero me hicieron la peor manicura de mi vida, las mujeres en Asia llevan las uñas de una forma distinta y yo no me veía nada favorecida, al menos el esmalte era de OPI.

Una ciudad muy viva, cosmopolita, donde conviven perfectamente tradición y modernidad y donde cada día se descubre algo nuevo. En definitiva, un país para visitar, disfrutar y que enamora poco a poco hasta que, cuando quieres darte cuenta, te traes un poquito de él en el corazón a la vuelta.






¿Qué os parecido este destino de ensueño? 





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